martes, 18 de diciembre de 2012

Homenaje a UN GRAN HOMBRE


Descansa Papa, descansa en paz
Ha sido muy duro el final de la travesía que, como acostumbras, has llevado con la entereza que te distingue. Valiente en las decisiones, firme ante los contratiempos, consecuente con tus principios, tenaz en tus deseos, siempre el mismo: humano y entero, noble y capaz.
Un hombre hecho a sí mismo desde los tiempos lejanos donde la madera y los bueyes retozando en el prau marcaron un carácter indomable de aspecto afable, seguramente adquirido al aroma de esa delicia de la naturaleza que llaman sidriña en tu amada Asturias.

Emigraste para encontrar a la mujer de tu vida y construir una familia del perfil de tu emblema: “ASTURMAN” mezcla norte y sur que te acompañó a cada paso. Una personalidad sólida, una filosofía de vivir que al comprenderla nos acongoja por su grandeza y sencillez. Cordial en las relaciones, trabajador hasta donde la palabra pierde el sentido, solidario en sus actos, inquebrantable en voluntad. Ofreciste tu mano a todos sin distinción, abriste las puertas de tu casa, te amoldaste, perdonaste y en tus valores crecimos.
Dedicaste tu vida a la familia, te levantaste después de cada golpe, que los hubo, para que nunca nos faltara de nada y, te aseguramos, no nos faltó. Tuvimos tanto que ni siquiera faltaron reprimendas ni cachetes que aún pocos tuvieron el efecto de hacernos mejores. Nos preparamos, nos formamos, aprendimos, te sobrepasamos en conocimientos pero nunca en inteligencia ni en sabiduría. En los brazos de la libertad y la responsabilidad nos meciste: mágico equilibrio que confiamos de su fruto.

Llegaron los tiempos de flaquezas y te aferraste a la figura de una gran mujer, propia de un gran hombre. Juntos alargasteis el sendero más allá de lo imaginable, nos regalaste unos cuántos JB con seven up más. Fuiste tan generoso en el esfuerzo que nos dio tiempo a decirte “te quiero, me siento muy orgulloso de ti”.      
Simplemente descansa, te los has ganado. Nos enseñaste que sólo mueren aquellos que olvidamos, que se extravían de nuestros recuerdos. A pesar de las voces que pudieran dudar por tu lógico ateísmo has encontrado la verdadera vida eterna permaneciendo por siempre en nosotros, algo que ni el suceso más apocalíptico podrá borrar. Nos has marcado de tal forma que la huella es imperecedera.

Gracias por ser tú. Ha sido un placer y un privilegio haber disfrutado de tu compañía. Padre, te queremos, te admiramos, nunca pudimos imaginar tanta dicha de estar a tu lado. Te recordaremos todos los días de nuestra existencia.
Vuelves a tu casa, al norte, al frescor de los amaneceres, a la bondad del aire, al aroma de la hierba, a la manzana y a la mora, al guaje y al paisano, a tus raíces, con ambas piernas vuelves para pasear por Cerizaleo, por la Muria y los Solares, a ordeñar, a segar y a disfrutar.

Ahora descansa, descansa en paz.