jueves, 28 de octubre de 2010

EL ASIENTO DEL EXAMINADOR

1ª Entrega: Carta de Presentación

Buenos días, sí, digo bien, buenos días. Hace mucho que no se podían leer artículos mientras tomábamos un suculento desayuno. La lectura se aplazaba a los postres, después de una siesta reparadora o incluso al oscurecer, tras observar lo abominable que resulta la televisión. En los tiempos que corren, con más de cuatro millones de parados registrados, se dispone en abundancia precisamente de eso, de tiempo. Cuantas veces recuerdo la obra maestra de Fernando León de Aranoa e Ignacio del Moral “Los lunes al sol”, más de actualidad que nunca.

Resignado contemplo la manchuela conquense (otros miraban la ría de Vigo) mientras escribo esta carta de presentación con el fin, como no podía ser de otro modo, de conseguir esos ingresos extras que me permitan dejar de temblar cada vez que entro en la web de mi institución financiera y observo las diminutas cifras de mi cuenta corriente. Echo de menos aquel amigable cajero que siempre me animaba a superar las malas rachas con el acertado comentario de “no te preocupes, tú vales mucho, saldrás adelante”.  Quien afirma que el progreso tecnológico no deshumaniza era cliente de otra sucursal.

Como ciudadano preparado que soy, a la hora de redactar este texto, seguiré las directrices del primer enlace al que el buscador de internet me ha direccionado. Asesorarse por personas formadas es una antigualla, ahora lo verdaderamente valioso está en la red (la ironía es parte de mi lenguaje). Primero me presentaré, luego exageraré la aportación que mi persona puede hacer a su organización para finalizar rogándole, sin que se note en demasía, una oportunidad.    

Soy, simplemente, un profesor de secundaria reciente miembro del club de fans de Díaz Ferrán, sin saberlo sigo sus directrices, ya saben «trabajar más y, desgraciadamente, ganar menos. Es muy duro decirlo, pero es la verdad», exactamente lo que ha hecho con mi colectivo la junta de Calamidades (que no de Comunidades) y el presidente del desgobierno (que no del Gobierno). La primera reducir el número de profesores, así trabajo más, el segundo reducirnos el sueldo, así gano menos.

Tengo la desgracia de necesitar coche para llegar a mi centro de trabajo, ciento cincuenta kilómetros diarios traducidos en una letra mensual. Se me ocurrió la estúpida idea de emanciparme sin seguir el sabio consejo de vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos traducida en una hipoteca. Para colmo, me casé, tuve una hija y como soy un moderno, me separé traducido en una pensión alimenticia de lo que siendo sincero no me arrepiento en absoluto aunque haya puesto a mi ex mujer a vivir al estilo Briatore, ¡qué crack! Total entre gastos cotidianos y las inversiones subprime de las mentes más preparadas del planeta no salgo del eBay,  tiendas outlet y rebajas del mercadillo como las denomina Leopoldo Abadía.

De lunes a viernes comparto viaje con tres o cuatro personas diferentes, le llamamos rueda, una estrategia para ahorrar en combustible donde escucho auténticas perlas (idea, frase o conversación genuina que va desde el esperpento hasta la tragedia y por la que merece la pena levantarse cada día). Sería egoísta no ofrecérselas a posibles interesados /as (por si aparece algún meticuloso de la igualdad).

He pensado bautizar la sección como ASIENTO DEL EXAMINADOR. Si te sientas delante tienes que seguir la cháchara, parloteo, palique o como guste decir a los retóricos del lenguaje y verdaderamente, a las siete de la mañana uno no está para cambalaches. Si te sientas detrás del copiloto corres mayor peligro de accidente (asiento del muerto) según manifiestan los que de la estadística han hecho un estilo de vida y sencillamente, ¿para qué correr riesgos? Mejor sentarse detrás del piloto desde donde te percatas de todo lo que ocurre (asiento del examinador) y es posible que algún rato pueda adentrarme en el misterioso ciclo del pestañeo.

Mi pretensión la considero legítima: pretendo hacer dinero con un hobby (escribir) buscando publicaciones que se interesen por las historias cotidianas de la nueva  clase media-esclava (de la hipoteca, el coche, las celebraciones de cumpleaños en las bolas, la tarjeta de zara y el corte inglés, el viaje a esquiar en invierno o el partido de pádel los sábados) y por supuesto amenizar su tiempo libre hasta donde mi intelecto y entorno social lo hagan posible.

Si se encuentran interesados, no lo duden, concédanme una entrevista, estoy a  su disposición, entendería que no fuera ahora, tendré paciencia, esperaré, Leire sólo hay una, meteóricas carreras son propias de auténticos privilegiados y el que escribe es un tipo corriente al dictado de Fernando Trías de Bes, un saludo. 

Por Eduardo José Rodríguez Gallego
http://ecodubi.blogspot.com